+ (In)versiones de Kanese (La conspiración de los ginecólogos, Ed. Jakembo, Asunción, 2006)
Los famosos cuatro escollos. Miedo error impertinencia muerte. Tekoreí tereré tyasy tyerasy tiro´ysä tembiguái tova-atä tavy tarová tatú. Debo ser fuerte, fiel. Valientes sobran muy pocos. Vencido el miedo creemos haber llegado al final. El error de la clarividencia es la segunda barrera; la que retiene más demonios. Todo genio más o menos clarividente se cree lo máximo. Superada la soberbia de la claridad mental se choca con el fenómeno de la compasión. En esta tela de araña quedan casi todos. Trasponer la compasión se sonsigue solamente con crueldad. Con sangre. De aquí ya no pasa nadie. Si quedara algún osado/a tendría aún un obstáculo más para alcanzar el mundo espiritual de los valientes, lúcidos y descreídos no coimeables: terreno vidrioso de la inmortalidad. Puro paková piré. Ikuelelepáva. Los 7 polvos. Los 9 infiernos. 4 x 7 = 28; 4 x 8 = 32. Calibre 9, 12, 38, 45. Propósito de enmienda, perdón de los pecados, resurrección de la carne y vida perdurable. Puros cachivaches. El tema no es Dios sino la plaga inmensa-enorme de la estupidez humana. La conciencia es una cloaca mental que goza con los exterminios, la tortura y la maldad gratuita. Tentación mayor que el espíritu puro dio a su criatura. Para que abuse. Jajokó. Japytá. Jatapý. Japiró. Kaliú. Después de todos los diluvios. Paranoia asumida y correctamente simulada. Todo demonio es un ser bastante lerdo. Su peor defecto es la falta irremediable de sensibilidad. Unicanales como son. Unicornios mochos. Lapimbyký lechuguéitor. Un basural de estas características podrá servir de abono para varios universos. Yepiquéitor. Yapiréitor. Ye´uséitor poro´useitor. Y al que le duela: que se borre. Cirugía mayor. Eutanasia. Ni sus grititos histéricos ni sus suicidios en masa nos harán moquear. ¿Sudando lacre? Un tendal de olores fuertes es lo que se siente después de la muerte. Amóntema Damocles.
Mi amigo el Gordo. ¡Abran carajo! bramó el Gordo. ¡Abran carajo, qué se creen! De un imponente patadón destartaló el antiguo portón de dos vientos. Ni los perros osaron acercarse. ¡Quiero chupar carajo! ¿Dónde mierda se metieron estas hijas de una Gran Puta? ¿Viste lo que te dije? Estas boludas de mierda ya ni cogen carajo. En el fondo del zaguán se encendieron pálidas luces verdes y rojas mientras una mujer semi-en-bolas se acercaba alumbrada por la oscilante y fantasmal luz de una linterna. La patota acompañó sigilosa los pasos firmes del Gordo atravesando a grandes zancadas el patiecito delantero del quilombo. ¡Lucy! ¿Qué carajo están haciendo? Quiero chupar. Que despierten a todas las pendejas. Me tienen podrido. Histéricas de mierda.
Kurtiendo moko. ¿Muerto el perro se acabó la rabia?: ¡atajáos! Muerdo la matriz de la electrónica moderna, sacudo el caracú de la ecología (oh venerable diosa decadente), observo el estertor de los pichones, los maleficios de la ingeniería genética y el furor de las telecomunicaciones. Un pequeño suspiro del disertante sirvió para amortiguar la electricidad que se iba acumulando en la atmósfera. ¡Oh! vosotros, gérmenes alados de la realidad virtual, de las pajas ciclotrónicas y el horror maléfico de los domingos a la tarde. Adiós a la miseria de las palomas. Al verdor del pasto. Al suave temblor de todo nacimiento. Nadie desea saber nada de nada. Y tienen razón. Todo es mierda. Catartatas de mierda acumulada por milenios. Que os coja el pombero. Y veréis lo que es bueno. Agotado de tanta farra acumulada, me estiré en el piso. Llevábamos más de tres días casi sin dormir. Enchúfenle un lexotanil con whisky a este borracho, o chúpenle la pija a ver si se le pasa. No sabe farrear. Flojo. ¿Qué dirían los cruzados? Lucy, contame otra... del infierno. Las historias de Lucy eran fantásticas. MUy parecidas a las del Dante. Pero al Gordo le encantaban y había que aguantar.
Omanó takó-ari. Morir como los camiones viejos. Aun así no pasaba de ser una metáfora. Intoxicaciones de la palabra. La estampilla galáctica. Llegamos a la parrillada el Futuro. Nos atendieron en el traspatio. Brilló un aparrillada completa, medio fría. Y cerveza para yerar. Parecía la última cena. Parecía el monte de los olivos. Amohapópe. A esa hora ya nadie podía pedir coherencia. Rebrotaba el indio. Candado. Era lindo. El recuerdo del mito andrógino más plausible. Autocomplaciente. Pacífico. Fundador de la civilización. Mejor que los grupófilos. Que los ascetas. Aun que los aristócratas. Exquisitos gua´u co-no-ce-do-res. A penetración constante. Los dientes se movían devorando la carne fría, mientras clareaba francamente.
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