27 mayo 2006

Fragmento de Eklipse & Pequenhas Porkerías (Klixette*) -inéditos de Jorge Kanese-

X xi tudu foira pouko: PENTAGRAMA:
¡CÓMO NO SE ME OCURRIÓ ANTES CARAJO!

HODA Y HOLGORIOS DAS 3f
Kulo kururú kunu’ü del planeta.

Kuehê awewê: ¿konké se kome?

Amburgruesa + engrudonaif.
Milanesse sim ensalada.
1K – 1K ₪ KK.
Sexo en fleje korto.
Heptagrama mejor que penta
(hay que defender el estilo).
Tarovapartida poro’ulaya y Ké!
Tolerable: 50% de arritmia,
87.9% de desprolijidad,
KK y Q.lo a-sigúm la kara del kliente.

Meter em-mikroprosessador,
Armar tipo rompekabezzas.

T.Korto la-nata beibi.
Bom-bacha-¡u!-konxa
Vien bale su pixa.


* Klixette: s. Bostinhas. Nobu jèneru poiëtiku bersátil rekomendado para usu y abusu em territoirios ingüeroviáveis, tempus mortus e parlagem inestávles tipo 3f. Na-ke-ver com klítoris u outras desinencias e indessenssias genito-urinarias.

Vea + bostinhas en p3f

26 mayo 2006

Luna Guerra viaja en tren bala


para Diana Bellesi


Ayer crucé un campo de sombras en un tren blanco.
Viajaba para perderme en el vacío. Pero no.
Deseaba deshacerme en un tren bala, a 2000 por hora,
desintegrarme a la velocidad de la luz. Pero no. No estaba en Japón.
Estaba en Zárate. Faltaban 32 horas para llegar al Paraguay.

Olor a saliva, tabaco, fiambres, naranjas, vómito, orín y sudor.
Todo mezclado con cumbias, chamamés, polcas y guaranias.
Entre la gritería de mercachifles y borrachines patibularios.
En un calor de 52 grados, el Gran Capitán subía el país.
Yo sudaba y temblaba como John Malcovich en Refugio para el amor.

Pero de pronto ¡cha-cha-cha-chan! un tipo apareció ante mí.
Era más feo que Bukowski, pero con rostro aindiado, eso sí.
Medía como dos metros y hablaba ronco en guaraní
Yo ni palabra entendía, pero le sonreí: ji ji ji.

La atmósfera se volvió bermellón. El aire, como cargado de pólvora.
Yo sonreía y sudaba y temblaba. Hasta me oriné encima de la emoción.
El indio sonrió y musitó unas palabritas que no comprendí.
Respondí que viajaba para perderme en el vacío. Llorando le dije:
pero en esta nave no llego ni hasta los límites del vacío sin límites. [Beckett]

El indio tomó mi mano, me miró y con voz dulce dijo teiquirisi.
Me condujo como una sonámbula a través de la turba alborotada.
Subimos al techo del tren grotesco que, a paso de hombre, subía el país.
(Afuera iban los palmares y los gauchos muertos que cantó Madariaga.
Pero lo mío era una versión fantasmagórica de su Tren casi fluvial.)

Bajo un cielo púrpura abracé a mi superindio que dijo itsoquei,
lo besé y la música tronó más fuerte, ¡cachácachacáchacachácachacá!
y el miedo ce finit, y el indio me tocó, y le dije porquerías poéticas al oído,
como ser que me desnudara, que me chupara hasta los huesitos,
que me tocara los pavores, que me clavara en el aire y etc. etc. etc..

El indio hizo todo eso y etc. etc., sobre el techo de un tren en llamas,
mientras al costado, a la velocidad de la luz, pasaba el vacío.

Ciudad del este 2004

21 mayo 2006

CHAMAME (novela delirante en portuñol con guaranises). Novena entrega.

¡AHHHH! Me sube uma nostalgia pior que la tristeza cuando recordo aqueles días sem noites com meus colegas du Hotel Fantástico: lo Cholo, que se vino a pie desde Trujillo, sólo solito com sua zamponha, seu burro, sua bolsinha de poemas e mais nada; lo DJ Cachacón, que se vino de Asuncião com uma valija de CD´s truchos, decidido a triunfar nas discoteques portenhas; lo Zezão Pezão, que chegou da Paraíba com los botines nu ombro pra provar sorte no futebol e terminou tocando lo bongó e la tambora nu meu conjunto de chamamé tropical Los Chakembói. Depois estavan la Marta e suas gurisas, Lucy: la travesti boxeadora, e lo Bolita, que nei bien chegou de La paz se puso uno quiosquito dentro du hotel, onde vendía desde merca hasta curitas e inyeciones, quiniela, pan caseiro, salamines e libros de poesía.

Agora que estou mais morto que dios e lo único modo que tengo de voltar a la terraza du Fantástico é com lo recuerdo, me ataca uno sofrimento macho. Me entram unos deseos violentitísimos de tomar la máquina du tempo e voltar pra trás. Com muitísimo gosto pondría la tembiasakué culo pra cima e saldría echando putas, le gritando a la morte ¡CHAU CHÉ! ¡HASTA JAMÁIS DE LOS JAMASES! ¡PODRIDAZA!

Si eu pudese facer iso, te aseguro que hoje estaría muitu vivinho, escrevendo uma outra estória e não ésta que comenza nu momento em que me morro desa morte absurda e cursi da que uno sólo pode se morir nas mais piores novelas.

Nesta horizontalidade da maldita morte se me terminou lo agora e lo despois. Ya não tengo nei siquiera la desesperacião da espera. Nada. Ko´êro: apenas uno desejo au que estou condenado pra la eternidade. Ko árape: uma imovilidade estatelada onde nada mais acontece, nada mais pulsa. Nei lo pereré du corazão, nei lo tyrytytý du chamamé. Nada. Nei nada.

Solamente tengo lo recordo. Ñe´é morta. Virando em minha zabeca. Em círculos. Sin parar. Ñe´é morta. Dando voltas. Memória. Sin ko. Ñe´é morta. Sin ko´ê. Sin ko´êro. Sin ko´êmbuéramo. Ñe´é morta du recuerdo. Kuehé. Kuehé ambué. Tembiasakué. Ñe´é morta. Virando en círculos. Tumbýky-tumbýky. Sin parar. Ñe´é morta. ¡AÑAREKOPEGUARÉ!

Estou nu lugar sin lugar desta morte absurda que me quebrou la esqueletumbre: ¡CRAK! Muerto: morto: angué: com lo futuru kuruvikado: amarrado a la ñe´é du recuerdo. É deste aquí sin onde que te conto lo karakú da novela de mia vida. Perifoneo em meu idioma abstruso, com uma gramatica-í sin futuro, pra não faltar a la verdade. Te juro. Preciso te contar tin-tin por tin-tin la tembiasakué de mia asencião e declinio, sin errar nei uno centrímetro na memória, pra así contarte lo derrotero da música mais desenfrenada e triste du mundo todo: lo chamamé.

Não poso escrever la novela du futuru que gostaria. Algo num lenguaje críptico que eu ouviese criado pra lo bicho humano falar com los marcianos cuando conquistase lo planeta bermejo. Também não poso te contar la belezura da gurisa que nunca conocí, mas que eu pensaba que seguramente um día conocería. E lo mais pior, nei poso pensar, ya não digo facer tyky-tyky com mia cordiona de seis fileiras, nei siquiera pensar poso nu chamamé cyberespacial du futuro: esa música desenfrenada que nadie nunca imaginou nei imaginará, mas que eu sabía que un día inventaría pra arreventar las zabecas du mundu todo.

Opama katú la fiesta. Nestas profundezas da morte ya não poso criar novas formas de cha-ma-me-ce-ar. De suerte poso ouvir dentro da minha zabeca, sonando na radio du recuerdo, lo chamamé-tropical, lo tecno-chamamé: mias propias creaturas: lo chamamekué: mostritinho que hoye é furor nas discoteques, nas radios, na tevé, nus satélites mundiais du mundu todo, e que hoye lo mundu todo baila como si estiviese posuído pelu mesmísimo demónio: añá. ¡AÑARETÃMEGUÁ, CARAJO!


Chakemboi: cuidado la víbora
Tembiasakué: historia
Ko´êro: mañana
Ko árape: hoy
Pereré: latido
Ñe´é: palabra, alma, lengua
Ko: andar, vivir, estar
Ko´ê: amanecer
Ko´êro: mañana
Ko´êmbuéramo: pasado mañana
Kuehe: ayer
Kuehe ambué: antes de ayer
Tumbýky: trastumbo
Añarekopeguaré: concha del diablo
Angué: alma de muerto
Kuruvikado: hecho añicos
Gramatica-í: gramatiquita
Opama katú: pues se acabó
Chamamekué: antiguo chamamé
Aña: diablo
Añaretãmeguá: infernal

16 mayo 2006

Accidente de Luna Guerra


En México robé una bici rosa. Le puse espejitos en las ruedas, lucecitas de árbol navideño, un canasto con flores y un buen estéreo. Enganché atrás un carrito donde puse mi valija de cartón y una bolsa con todos los hallazgos arqueológicos para el Museo Luna Guerra. Había decidido volver, pero quería que mi llegada a Buenos Aires se diera como una verdadera entrada triunfal. Aunque demorase cinco años, debía cruzar Sudamérica en mi bici rosa y entrar haciendo zig-zag por Panamericana. El sol se hubiera detenido en aquella ciudad. Todos quedarían con los ojos fijos en ese cometa que llamarían “lunita veloz”. Sería la apoteosis de la fenomenología de mi ego, que algún día escribiré para después extinguirme, feliz de la vida, consciente de que en estos tiempos los verdaderos artistas no perviven más que un segundo… Pero no. Mi plan no resultó. La debacle fue casi inmediata. Ni siquiera llegué a Guatemala… Es que el carrito pesaba más que yo (casi el doble, creo), cosa realmente agobiadora cuando se trataba de ascender, aunque con pendiente favorable era una verdadera alegría. ¡Qué emoción! ¡Puro vértigo! Levantar los pies de los pedales y largarse con todo por una ruta mexicana de pendiente 43º. Entrar a pasar autos y camiones a una velocidad difícil. ¡Ni se imaginan! Me moría de risa pensando que así llegaría a Buenos Aires en un pedo… En eso venía anoche, bajando a todo trapo, con el estéreo y las luces echando fuego, cuando algo surgió de la oscuridad y lo quise esquivar y perdí el control y terminé colgada al borde del abismo… Ahora estoy en este hospital, triste por mi bici y porque ya no iluminaré, aunque sea fugazmente, la noche negra de Buenos Aires… Para colmo, el milico que me tomaba declaraciones me acusó de loca. Ahí sí que me hirvió la sangre y a la cara le arrojé: más loca será tu madre, hijo de puta. Y por eso estoy bajo arresto.

Hospital Central Ciudad de Puebla, 2004

12 mayo 2006

Honor al asno (Eugenio Montejo).

Como respuesta al poema de Luna y su burro Dios, Montserrat Álvarez y Cristino Bogado, a través de su blog Kurupi, me han arrimado este excelente homenaje a la especie burruna.


Honor al asno por la estrella
que su ignorancia nos alumbra.
Por la lenta soledad pétrea,
tan dócil y tan útil.
Honor al asno que lleva al poeta
a lo largo del mundo,
aguzando sus largas orejas
ante todos los versos,
cualquiera sea la música.
Honor al asno, a su baúl de mariposas,
donde guarda los golpes de Dios y los hombres
y no se queja nunca.


Extraído del libro Adios al sigloXX, Eugenio Montejo, Ediciones Aymaría, Caracas, 1992
PD: En honor a los frigoburros explotados cruelmente por la industria turística y, últimamente por la cultural, en la ciudad rapai de Paratí, pues esa ciudad se ha convertido en un lugar de cita literaria desde hace poco gracias a los beneficios de una inglesa estrafalaria que se ha instalado allí y cada año trae a stars literarios onda Martin Amis y Ian Mac Ewan. Claro, los burros con su heladera o frigidaire a cuestas curten todo el santo día sin recibir emolumento alguno, ni hablar de la famosa limosna turística, a sólo agua y yuyos, nada de asado de oreja de jaguareté o cerveza!¡Trabajan más de 8 horas, lo peor!

10 mayo 2006

CHAMAME (novela delirante en portuñol con guaranises). Oitava entrega.

*

La porta se abriu e de trás apareceu uno negrão de unos dois metros de altura vistiendo traje com galera color azul e ouro. Lo tipo, de tão pukú-pukú, demorou cuasi uno minuto em se inclinar hasta lo suelo e facer uma reverencia, como si quisiese nos mostrar lo camino. La Lucy pasou moviendo lo uquelele ¡sucundúm sucundúm! e sin se detener, mirando pra lo negro apenas por encima du ombro, como si ele fose uma mosca, nos apresentou.

Zezão Pezão (dijo la rubia com sua voz de eireté hê´é que a mí me ponía elétrico-elétrico), estes são lo Sinforiano Ortiz e lo Cholo, dois maravishosos músicos de shas que a partir de agora vão ser lo plato forte du Hotel Fantástico. A lo negro se le blanquiou lo rostro de uma oreja a la outra, como si sua boca fose se comer sua cara, e comenzou a repeter: Zezão Pezão: pra les servir, Zezão Pezão: pra les servir...

Durante lo viaje nu taxi espavorido la Lucy nos havía esplicado que lo Hotel Fantástico era coisa rara, algo así como la invensião dum outro mundo. Advertíu que cuando entrásemos deijásemos lo pasado afora du presente porque lo que lá dentro íbamos iniciar era lo futuro.

Nei bien atravesamos la porta, eu e lo Cholo sentimos uma patada nos huevos. Lo primeiro piso du hotel era uma mbaé verá guazú das raras artes. Uno espacio cuadrado, de unos ciem metros, com techos de vidrio, onde não havía nada que ficese pensar num hotel. Altas paredes brancas cobertas de cuadros pintados com merda de vaca, de hombre, de yacarés e bichos variopintos. Iluminacião bermeja e fumasa saliendo dus rincones, le dando a uno la sensacião de estar num verdadeiro inferno añarekó. Por toda parte, esculturas feitas com frutas e pedazos de fiambres: instalaciones montadas com bichos vivos: conejos: papagaios: chanchos: renacuajos... Num costado, uma imagen holográfica hiperrealista mostrando mulheres devorando hombres, nu meio duma selva: mulheres que depois se comíam entre sí, hasta que la última se comía a si mesmo...

¡AIAIAI! Vosé sabe que todo ese inferno añarekó era realmente de meter medo hasta a uno muerto. Tanto que eu, lo propio Sinforiano Ortiz, que nesa época era mais vivo e corajudo que lo supermán, temblei hasta lo karakú.

Te juro que eu ouviese salido disparando si não fuose por las tetas da Lucy: eses farolones que brillavam como dois kuarahy no medio das kuarahy´ã dese paisaje em descomposicião. Ouviese fuyido a toda velocidade si não fuose porque la rubia querendona me envolveu cuando empezou, com aires ñembofilosóficos, a explicar lo sentido da porquería. Tão lindo foi falando, falando, com sua voz de eireté he´ê que me ponia elétrico-elétrico, que me deijou tranquilinho, tal como si me ouviese cantado uno chamamé romántico.

Como uma doutora, la Lucy nos dijo, a mim e a lo Cholo, que lo que alí acontecía era uno museu du futuro. Entrar nele não sería apenas entrar, sinão ser parte duma entelequia artística. Em palavras dela, nesa tal de entelequia lo hecho estético acontecía na degradación ou descomposicião da mesmita materia da arte. Sua dinámica, realizada na fugacidade, sería sua imediata desaparicião. Toda uma conspiracião contra la forma como morte du instante. La obra de arte como uma porquería que todavía antes de ser terminada envejecía, se podría, emudecía, morría. Uma arte necrolática como alegato em favor da vida.

¡SISISI! ya sé que vosé estará pensando que eu não podía, nei poso, nei poderei nunca, jamais dus jamases, entender nei así du idioma da Lucy. Mas não é preciso que vosé pense tanto. É mejor que cierre sua boca barbuda, porque eu podería me enfurecer, e então, si te degüello das tripas au culo, lo pescuezo te saldrá pelo cogote . Mejor será que pongas teus ouvidos onde tuas orejas, e oigas. Pois vosé ya devería saber que eu sempre me importei apenas por la pu porã. Agora que estou morto, com mais razão. Pois la pu porã é carozo e au mesmo tempo pulpa dum durazno gostoso. Lo resto é viento que lo viento leva.

Mas la emocião que la Lucy me causou tentando explicar lo sentido da porquería como si me cantase uno chamamé romántico, não foi cuasi nada. Emocião mesmo foi la que me vino cuando comenzamos a subir la grande escalera de marmore blanco e de uno repente sentí uma purahéi explosiva que venía ¡CHUMBI-CHUMBI! baijando da terraza como uno incendio.

Me pareció ver las chamas que caiam como uma catarata, abrazando todo a su paso: ¡SHIKI-CHÍ, SHIKI-CHÍ, SHIKI-CHÍ, SHIKI-CHÍ! Lo grande fogo parecía empujado por uma bola de lata que baijava la escalerinha de marmole ¡TLA-TLA-TLA-TLA! picando em cada escalão e marcando lo pulso. Emcima de todo, entre chispazos, libremente danzava uma melodía alborozada ¡PIRIPÍ-PIPÍPI-RIPIPÍ-PIPÍ!

Cuasi caí redondinho ante esa purahéi tão desenfrenada cuanto lo chamamé. Cuasi me fui rolando escalera abaijo, com lo corpo encendido por lo fogo musical. Temblaron toditas las macetas de mi ser. Como si se me ouviesem afrojado unos parafusos, num lance de riesgo, agarré la Lucy por la cintura, le fice facer umas piruetas e exclamando ¡putaqueorpariu! ¡purahéi porã da são puta! la tirei pra arriba como se fuose uma pelotinha de goma, la atajé nu descanso da escalera, e alí mesmo comenzamos a danzar como dois desaforados.

Nu meio da danza, la Lucy me falou a la oreja que lo autor desa maravilha que se metía por meus ouvidos, por meus ojos e hasta por meus poros, era lo propio Dishéi Cachacón: mestre du ritmo, mburuvichá vanguardista da movida cachaqueira tecno-hard du caribe paraguayo.

Lo Cholo havía ficado num escalão, apenas mirando em seu estilo “quieto gato” que eu empezava a conocer. Mas de uno repente, não sei si se sentiu afetado por la música o qué coisa le pasou. Lo cierto é que agarrou sua zampoñita de tacuara e empezou a soprar e soprar uno gostoso yvytuí musical, siguiendo las inventaciones du DJ Cachacón:

mba´é ngururú
mba´é syryrý
mba´é sororó
mba´é chororó

Justo nese momento, nu medio da escalera du Hotel Fantástico, mientras eu danzava alocadamente com la Lucy au ritmo du DJ Cachachón, cuando lo Cholito empezou a soprar seu instrumento, aconteceu uma especie de contacto interestelar. Em mia zabeca foi algo así como si dois planetas chocasem nu bairro de La Boca. Se me acendierom todas las luces, ¡añamemby! todas las luces se me acendieron. Aí nomais larguei a la Lucy, agarrei minha cordiona de seis fileiras, me encomendé a noso grande pai Ñande Rú, a lo tata dios, a toditos los santos, e le entrei a sacudir chamamé y chamamé sobre cachaca tecno-hard...

Vosé não vai acreditar, mas ese sapy´ami ñembo ita verá em que eu abracei minha arrugada e comencei a tocar como si estiviese em piloto automático:

mba´é charãrã
mba´é pyambú
mba´é parãrã
mba´é guililí

ese sapy´ami michí, michimí, michí ra´ymi em que mia zabeca ficou virando e virando nu carrusel supersónico du chamamé cachaqueiro: ese cuasi suspiro, em que todo lo demais se me apagou como si eu ouviese entrado em coma 4, foi lo instante du nacimento da truculenta creatura chamada chamamé tropical, da cual eu, lo finado Sinforiano Ortiz, sou lo único, auténtico e verdadeiro pai. ¡AÑARETÃMEGUÁ, CARAJO!


(1) Em uno reciente mail-í, la escritora española-peruana-paraguaya Montserrat Álvarez me envió seu livro Underground. Parte du poema A una vieja, de dicho poemario, são los versos: “es mejor que cierres tu boca barbuda/ porque yo podría enfurecerme/ y entonces/ si te degüello de tripas a rabo/ el cuello te saldrá por el cogote”

Pukú: largo
Eireté: miel
He´é: dulce
Mba´é verá guazú: El dorado, la ciudad santa y brillante de los guaraníes
Añarekó: endemoniado
Karaku: tuétano
Kuarahy: sol
Kuarahy´ã: sombra
Ñembo: seudo
Pu: sonido, música
Porã: linda
Purahéi: canción
Mburuvichá: jefe
Yvytuí: vientito
Añamemby: hijo del diablo
Sapy´ami ñembo itá verá: instante de cristal
Michí: Chico
Michimí: Chiquito
Michí ra´ymi: hijo de lo chico
Añaretãmeguá: infernal


03 mayo 2006

Luna Guerra y su burro Dios


Quisiera que mi vida fuese un lago inmóvil, con un cerezo en medio,
pero no soy un poema muerto ni una postal de Bangkok,
sino una mujer bajando por la Ruta 40 en la caja oscura de un camión.

Pensaba llegar caminando a la Antártida. Pero no.
En San Juan compré un burro y lo llamé Dios. Pero no.
Mi sueño mayor era entrar en el Guiness: “Luna Guerra:
primera mujer en bajar por la cordillera de los Andes,
con un asno, y llegar caminando al continente blanco”.

Quería dejar este podrido mundo y afincarme en el hielo.
Criar pingüinos, montar ballenas, pescar atún. Pero no.
Los caminos de la vida son muy difícil de andarlos. [Omar Geles]
Y muy difícil fue subir a Calingasta, mi burro y yo.
Dos duros meses nos llevó andar 133 kms., ¡133!
133 kms. para nada andados, para mal andados.

Es que allí mi burro sediento tomó agua de una acequia,
después se arqueó, tosió, escupió tres veces y murió.
Entonces sí que la desgracia me comió el corazón.

Luna Guerra, quien llegaría caminando a la Antártida
con su silencioso y pensativo burrito Dios,
allí quedó, sola y desconsolada en medio de un salitral,
como una veleta, haciendo dedo hacia cualquier lugar.

Después me levantó este camión de frío, y aquí voy,
bamboleándome en su caja oscura, por la Ruta 40,
ciega y agotada entre fiambres y no sé qué,
soñando que soy un lago inmóvil con un cerezo en medio,
aunque sé que no es verdad y apenas soy una mujer.

Ruta 40, 2003

01 mayo 2006

A estrada do Monte - Madredeus


Powered by Castpost

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 2.5 Argentina License. More blogs about www.lunaguerra.blogspot.com.