30 enero 2006

Eclipse de Luna Guerra

Anoche alguien me tomó desprevenida en la playa del balneario de Camboriú despintada desesperada desamparada que estaba haciendo pocitos en la arena buscando herida en tierra causar para que allí fosse escoar la arena toda del balneário de Camboriú y el mundo todo fosse esvair se desvair por el hueco oco que hiciera mi dedito en la playa del balneário de Camboriú cansada que estaba de esperar al super supermán o al chongo batman que viniera me salvar cuando anoche alguien me tomó desprevenida en la playa del balneario de Camboriú y me sacó esta foto que así salí como de fuego dos media Luna de fuego en la oscuridá.

27 enero 2006

Poema de Glauco Mattoso (trad. Marcelo Silva)

Pienso, luego cago [1977]

Yo no nací,
pues no me acuerdo que eso haya sucedido.
No morí,
pues también no me acuerdo que eso haya sucedido.
Y si no nací ni morí, una de dos:
o soy Dios, o no existo.
Ahora, como no todo lo que quiero sucede
ni todo lo que sucede quiero,
no soy Dios.
Por lo tanto, no existo.
Luego, no pienso.
Entonces este razonamiento es falso,
y en ese caso yo no paso de un mero amnésico.
De cualquier manera, nada tiene importancia:
si pierdo la memoria
lo mismo da que todo sea o no verdad.
Basta tirar la cadena
y ponerme a escribir.


Para ver más sobre este autor satírico-fescenino:
http://glaucomattoso.sites.uol.com.br/quem.htm

Luna pensativa


24 enero 2006

premio

martes, diciembre 13, 2005

premio revistas los amigos de lo ajeno/vox/sala de máquinas

va la lista de premiación. no hay orden específico en los premios compartidos. estos son los finalsitas de un total de 2206 trabajos recibidos. el premio se entregó ayer en el centro cultural de españa de buenos aires.

(autor, país, año de nacimiento, nombre del libro)

Primer premio
Víctor López (Chile, 1982): Los surfistas

4 segundos premios
Homero Pumarol (República Dominicana, 1971): Fin de carnaval
Marcelo Silva (Argentina, 1973): Luna Guerra
Juan Dicent (República Dominicana, 1969): Poeta en Animal Planet
Gleyvis Coro Montanet (Cuba, 1974): Aguardando al guardabosques

23 enero 2006

link

Luna establece vínculo con Wilson Bueno (haga click y pase pal fondo), pues quiere compartir un párrafo de su impactante Mar Paraguayo, editado en 1992 por Iluminarias, con prólogo de Perlonguer, reeditado en Chile por Intemperie, y recientemente en Buenos Aires por Tsé-Tsé.
Luna surfista

19 enero 2006

work in progress

Releyendo el Livro do Desassossego, de Pessoa-Soares, hallé una bella frase: "O coração, se pudesse pensar, pararia". Este sería el último, o casi último verso del último poema autoparapsicobiográfico de Luna Guerra.

Así, el nuevo final sería:

todo esto cuya verdad escribo a sangre y fuego, querido lector: [Marcelo Silva]
escribo para que no me rompan dentro las cordas del corazón. [Wilson Bueno]
O coração, que se pudesse pensar, pararia. [Pessoa & Soares]

18 enero 2006

Último poema autoparapsicobiográfico de Luna Guerra

Gloria de Luna Guerra

En Buenos Aires tuve un momento de gloria
que para mí fue una eternidad.

Una noche iba por Av. Corrientes
cantando entre dientes un bolero antiguo:
sin destino fijo, como el humo voy [Pedro Vega]
(porque siempre canto lo que siento
y esa noche me sentía una nube)
cuando tropecé con un hombre
que me dio en el alma con su olor animal.

Ahí nomás le dije: soy Luna Guerra y le invité un güisqui.
El tipo respondió que Dylan Thomas fue un gran poeta
que se escapó de la clínica para tomar 18 güisquis
pero que a él le gustaba la cerveza. [Edwin Madrid]
Y yo, que no sé ni me importa quién es Dylan Thomas,
ni un segundo vacilé para entregarme al amor.

Subimos a su moto amarilla y salimos echando fuego.
Yo agarrada a su verga como náufrago a un maderón.
Dimos una vuelta al obelisco y entramos por Diagonal.
Hicimos Bolívar, Yrigoyen, Balcarce, Rivadavia y Bolívar.
Rodeamos Plaza de Mayo a 220, como un huracán: bruuuuuuuuuuuuuuuuummmmmmmmmmmmmm
y desparecimos antes que la policía pudiese pestañar.

Bajamos por Brasil a toda máquina, hasta Defensa.
Trepamos a la vereda, cortamos Parque Lezama:
un parque de Buenos Aires, donde vaya si anduve...
pastoreando, ramoneando... [Néstor Perlongher]
y levantamos por los aires la mierdobarrosa feria
que atrás quedó, como un inconcluso cuadro de Bosh.

La moto era la boca del infierno cuando tomamos Brown.
Yo apretaba mis piernas a las carnes de mi chongo,
me dejaba ir en los vahídos vertiginosos de la velocidad,
casi danzaba en el aire una cumbia rabiosa, cantaba
gritaba, gozaba, chorreaba lava, riadas de lava
en esa nave veloz: mi meteórico crucero del amor.

La felicidad sólo existe en una milésima fracción de segundo
y una fracción de segundo tardamos en llegar a Av. Mendoza
y de allí a Caminito, donde volamos por encima de las mesas
sobre turistas atónitos que exclamaron my god, mio dio, mein gott,
mon dieu, mon dieu, la vie est là [Verlaine], y quisieron fotografiarme, sin éxito,
pues la felicidad viaja más rápido que la luz, y esa noche fui feliz.

Entramos con moto y todo al Samovar de Rasputín, en Iberlucea.
Una frenada perfecta junto al escenario me provocó otro orgasmo.
Entre gemidos y mordiscos dije “te amo”, y brotaron los aplausos.
Entonces sí, Luna Guerra agarró el micrófono y la noche estalló.
El pianista ciego dijo m, 2, 3... e inició un fascinante tarí-tará-tí-ta.
Parecía la encarnación de Ray Charles en “You Are My Sunshine”.

Cuando me desnudé, bajó al escenario mi santa patrona adorada:
Janis Joplin: y canté con mi voz, con mi cuerpo, con mi sexo canté:
One of these mornings/ You're going to rise up singing
Then you'll spread your wings/ And you'll take to the sky. [Heyward & Gershwin]
Me perdí por una eternidad en los laberintos de la música.
Mi cuerpo se hizo aire y mi mente estalló.

Después de sentir que la música entraba por mis pies,
rebotaba en mi cráneo, salía por mi boca y se extendía
como mano tierna o dulce humo entre las mesas:
mi voz tocando los cuerpos de un público incierto:
acariciar o golpear bruscamente: entrar por cada poro:
dentro del otro: ser otra música: en el mismo instante:
entonces supe que mi viaje sin fin llegaba al final.

Descendí, abracé y besé a mi motoquero supermán.
Él se rió, me alzó, me lanzó al aire como una pelotita,
me atajó, dijo soy Marcelo, me sentó en la nave y arrancó.
La maquinaria amarilla hizo brummm, brummm
y despacito salió. A 20 fuimos recorriendo la ciudad:
La Boca, San Telmo, Montserrat, Congreso, Once, Abasto...

Toda enfeitada, enfiestada que estaba Buenos Aires.
Lucitas coloridas, chumbi-chumbi, baile y alcohol.
El cielo repleto de encendidos globos rojos, de esos que suben
porque el humo es su alma y la candileja el corazón. [Fernando Vallejo]
Y así mismo yo, Luna Guerra, con el corazón en llamas
y el alma humeante, subiendo subiendo por amor.

La nave amarilla, flotando, atravesaba la ciudad.
Yo besaba suavecito, despacito a mi héroe final.
Le escurría al oído historias con mentiroso desenlace feliz.
Barcelona, Sahara, México, Perú y un mundo tecnicolor,
todo esto cuya verdad escribo a sangre y fuego, querido lector: [Marcelo Silva]
escribo para que no me rompan dentro las cordas del corazón. [Wilson Bueno]

Buenos Aires, 2004

16 enero 2006

En tiempos que la historia kaputt

Hace unos días, mientras fumaba y silbaba frente al ventilador, sudando en el calor pegajoso de esta ciudad delicuescente, recibí un texto del poeta Andrés Kurfist que me sacó de la letargia. Ahí va:

En tiempos que la historia kaputt

Ya desde el epígrafe Luna Guerra se nos presenta como una utopía. Luna Guerra no tiene lugar (residencia), va de un lugar a otro, de un lugar desconocido a un lugar por desconocer. Si alguien quiere dar con su paradero, seguro que le da equivocado, siempre esta en otro lugar esa escurridiza. Se podría decir que ni ella sabe donde está, ni que busca, ni como llegó, ni como se fue. Creo que tampoco es conciente de las experiencias que va asimilando, simplemente las vive, vive el presente, por eso entrega más el cuerpo que la cabeza. No le interesan ni el futuro ni el pasado, en tiempos que la historia kaputt, disfruta el presente, exprime la fruta, descabeza cornalitos. Esa falta de futuro y ese pasado que nada tiene que ver con ella, es una característica de la época, de ahí se desata y vive el presente. Pero en esta época el presente esta cruzado de diversos discursos, un abanico amplio de posibilidades, de idiomas, de paisajes, de experiencias de vida, todas validas, si las sabemos aprovechar y finalmente contar, para que alguien mas las escriba, finalmente...terminamos en Mallarmé...pero no me quiero adelantar, aunque ya lo hice.

Luna guerra está presente, quiere que algo pase, algo que mereciera ser escrito en un poema, pero nada pasa...sin embargo... el poema. Acá nos encontramos con un doble discurso que se rosa y saca chispas. Por un lado esa necesidad imperiosa de que pase algo espectacular, mágico, novedoso, algo que reinvente la vida, un lugar donde sostenerse ante la indiferencia del mundo: los cornalitos. Por el otro lado el poema que a diferencia de lo que busca, cree, Luna Guerra, no se hace con lo grandioso de ese baño plateado, si no que con la cabeza incomible de los cornalitos, con lo que sobra, con la resaca. Esta es la dicotomía que se nos presenta al leer este libro plantado con elementos diversos que interactúan: boleros, citas literarias, lo oral, lo escrito, los países, lo culto, lo popular, el hombre de ciudad, el campo, la prosa, el verso, todo relacionándose por el humor que produce el contacto de lo diverso, ese extrañamiento que siente Luna Guerra y es la poesía: aproximarnos a lo que nos sobre pasa.

Salud y abrazos
Cordiales
a

15 enero 2006

Presentación

Luna Guerra: Devil Moon: Lunita veloz: Mun Guor:

Es una llamada equivocada. Quien pida por ella del otro lado escuchará: no estoy, no soy, no fui, no sé.

Es un error genético. Quien siga su rastro llegará hasta la China donde encontrará a una Uma Turman enfurecida que gritará AIAAAAAAA!!!!!!!!! y lo matará peor que a Bill.

Es una foto movida. Quien busque verla hallará un dibujo en el agua con una nota al pie diciendo: ji-ji-ji.

Donde estuvo nadie supo, donde está ya pasó, donde no llegó ya se fue.

Es un viaje sin fin a ningún lugar. Es la imagen de un televisor roto que hace zzzzzzzzzz. Es un mapa del fuego y algo más. Es Luna Guerra: una loca de atar.

Marcelo Silva

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